7 nov 2007

Libertad de empresa

He estado comprando en el supermercado. La cola era inmensa, así que tras encandilarme con todos los ángeles de las diferentes filas, y cuando ya estaba a punto de ser atendido, he visto un folio en el suelo, entre la caja y un expositor de esos en los que colocan los productos que ya no saben cómo vender y te los presentan como maravillosa oferta antes de que acaben en el contenedor de la basura. Como decía, he visto el papel y enseguida he reconocido el formato típico de un currículum. Vale, se les ha podido caer. Pero la impresión del currículum ahí tirado daba malrollo (acabo de decidir que “malrollo” se escribe junto). Comentándolo después con Z., me ha recordado el caso de los supermercados Sánchez Romero de Madrid.
Allá por el verano de 2002 saltó la noticia de que junto a uno de los supermercados de esta cadena, que presume de ser la más cara de España (sic), habían aparecido tirados centenares de currículos con anotaciones denigrantes. Se ve que para echar el rato, los responsables de recursos humanos (yo “recursos humanos” no lo pongo en mayúsculas) encargados del proceso de selección se dedicaron a apuntar comentarios como los siguientes:


  • Extranjero, gordo, morenete, parece Pancho Villa pero hambriento.
  • Cubana y con bigote.
  • Vive en Parla y es fea.
  • No me gusta su cara. Además es separada con 26 años.
  • Pesado y feo.
  • Repipi y con acento andaluz.
  • Leucemia. Radioterapia. En dos meses tendrá el pelo bien. Guapa.

Dan para mucho los comentarios. Aparte del inevitable racismo (ese del que dicen que “en España no hay”), me resulta muy definitorio de una persona que use la palabra “feo” para juzgar a alguien (Victoria Beckham quiso consolar en una entrevista a su marido argumentando que no debían afectarle las críticas a su juego, porque quienes las hacían “son feos”). Lo de andaluz ya no me asombra y el considerar que una mujer joven separada y encima madre no es de confianza es una muestra más de ese machismo que supuestamente ya sólo albergan los viejos y la gente de pueblo (otro día hablaré de las muestras de machismo que más me asustan: las que vienen de mujeres de mi edad). Reconozco que de todas las anotaciones, la que más me acojonó fue la última, pero aún no sé muy bien por qué.
No sé si al final a la empresa le metieron algún puro; quizás alguna multa por violar la protección de datos. Pero dudo que hayan tenido mayores problemas. Y hasta me imagino el argumento de sus defensores (que los hay): “Es una empresa privada, pueden coger a quien quieran”. Aparte del pequeño detalle relacionado con el artículo 14 de la Constitución, ese de la igualdad, aquí todo empresario suele acabar impune haga lo que haga; acaso unos días en la prensa, unos minutos en las tertulias, y a seguir con lo suyo. Y el resto a seguir comprando en los supermercados con el dinero que nos da el empresario. Y gracias.

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