1 nov 2007

Banksy


Por lo poco que he leído (me sigue cansando leer en pantalla) Banksy es básicamente un grafitero con visión de marketing. Un tipo que ha descubierto una fórmula sencilla con la que obtener rendimientos fabulosos. Un tipo al que se le ocurre manipular 500 ejemplares del disco de Paris Hilton, añadiendo frases del tipo “Cada CD mío que compras me separa más de ti” o supuestos títulos de canciones como “¿Por qué soy así?” o “¿Qué he hecho?”. Un tipo que consiguió colocar en la galería de arte romano del Museo Británico una pieza en la que se representaba a un cavernícola llevando un carro de la compra (tardaron varios días en darse cuenta). Un tipo que se fue a pintar grafitis al muro con el que Israel pretende cercar Cisjordania. Un tipo que dejó un muñeco hinchable vestido de preso de Guantánamo junto a una atracción dentro de Disneylandia.



Probablemente por acciones como éstas ha conseguido firmar contratos con la MTV o subastar obras en Sotheby's por miles de libras. Pero más allá de lo discutible de su “verdad artística” (muchos artistas lo consideran un vendido), hay que reconocer que la mayoría de sus llamémoslas “intervenciones” son de una originalidad impagable (vale, y también es verdad que “no dejan indiferente a nadie”, pero me parece esta una expresión tan manida que la dejo entre estos paréntesis).



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