«He reinado más de 50 años, en victoria o paz. Amado por mis súbditos, temido por mis enemigos y respetado por mis aliados. Riquezas y honores, poder y placeres, aguardaron mi llamada para acudir de inmediato. No existe terrena bendición que me haya sido esquiva. En esta situación he anotado diligentemente los días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado: suman catorce.»
«Amigo mío, te esperaba, te juro que te he acompañado fielmente a todas partes desde que montas a caballo, y desde entonces me he ocupado de ti, en carreteras y caminos, en asaltos y combates, sin cesar te he protegido para que nada te sucediese. En todas las cortes en las que había justas, caballero generoso, yo te he protegido con tu escudo; y lo mismo hice sin reserva en Tierra Santa. [...] En Prusia, te guardé de los Eslavos y los Rusos; en Inglaterra y en Francia, velé por ti. [...] En Toscana y Lombardía, supe tener cuidado de ti. En todos los lugares evité deshonra. Adondequiera que te llevase tu deseo, allí estaba yo cerca de ti, invisible. [...] Tienes que saber que siempre te he rodeado de mi fiel vigilancia.»